En anteriores entregas hemos hablado de la medida del
tiempo y del instrumento, en particular, del reloj de sol. En esta entrega, nos
parece interesante y además didáctico mostrar como todo un barrio de Madrid ha
utilizado el reloj de sol para dar vida y originalidad a sus edificios
recuperando un medidor de tiempo muy importante en la historia de las
matemáticas, que podemos todavía encontrar en fachadas de iglesias y monumentos.
Así pues, el barrio Moscardó, en el
distrito de Usera (Madrid), es un barrio en el que el tiempo aún se puede leer
en un reloj de sol. Estos relojes no muy
conocidos fuera del barrio fueron diseñados y plasmados hace cuarenta años por
el madrileño Alberto Corazón que está considerado uno de los padres de
la modernización gráfica en España,
y suyos son los diseños de logos y marcas como los de los trenes de Cercanías, la Biblioteca
Nacional, el Teatro de la Zarzuela, la Casa del Libro, la UNED o la ONCE. Estos
relojes parten de un proyecto (1982-1985) del Ayuntamiento de Madrid,
concretamente la EMV (empresa municipal de la vivienda), que le encarga el diseño a Alberto Corazón
y al matemático Juan José Caurcel, que fue el encargado de la gnomónica.
El encargo formaba parte de la rehabilitación de 1982 de la
–entonces– Colonia Salud y Ahorro, el nombre con el que se bautizó en 1929 a la
que fuera la primera colonia de vivienda pública de la capital: la Colonia
Moscardó. La idea de los relojes de sol nació como un símbolo: del paso del
tiempo, de la vida cotidiana, del barrio. Y por eso Alberto Corazón integró en los relojes el
diseño de la colonia, jugando con la misma paleta cromática y adaptándolo a los
colores de las fachadas.
En ellos hay tanto arte como ciencia: concretamente la de
la gnomónica, de la que se encargó Juan José Caurcel. Él fue el responsable de hacer
los cálculos para que cada gnomon –la pieza que proyecta su sombra sobre el
reloj de sol– marcase con exactitud la hora en los 17 relojes que
finalmente se diseñaron, de los 33 que originalmente contemplaba el proyecto.
No obstante –y como dándole la
razón a eso que suele decirse de que el tiempo es relativo– hay un margen de
error de unos minutos que está consentido en este tipo de relojes, que deben
leerse a partir de las 10h de la mañana. Para hacerlo «correctamente» –es
decir, para obtener la misma hora que podríamos leer en un reloj de pulsera o
en el móvil– hace falta un cálculo más: sumar 1h en el caso de encontrarnos en horario de
invierno o 2h si es el de verano.
Podemos observar los distintos modelos construidos que nos pueden servir de ejemplo por si alguna vez queremos construir uno en alguna fachada de nuestro entorno, como puede ser la escuela o nuestra casa particular, a la vez que son un ejemplo vivo de la medida del tiempo en nuestra historia.
PARA LOS MÁS CURIOSOS
En el siguiente enlace podemos ver más fotografías de los
relojes y del barrio para los que estén interesados en el tema. Las fotos que
hemos expuesto en esta entrega son propias y están realizadas por nuestro equipo de trabajo.
Te echamos de
menos… (madridsecreto.co)
En nuestro manual también pueden
encontrar la didáctica de la medida del
tiempo con unidades arbitrarias como el reloj de sol o las medidas conceptuales.
Su descarga es gratis.
(21)
(PDF) Didáctica de la medida en Primaria. (researchgate.net)
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