Grigori «Grisha» Yákovlevich Perelmán . Nació en 1966 en la Unión Soviética, en la que por entonces se seguía llamando Leningrado, la actual San Petersburgo. Un niño especial, hijo de padres judíos. Su madre, a pesar de renunciar a su carrera por el cuidado de sus hijos, era una buena matemática y esa cualidad se la transmitió a su hijo Grigori.
En agosto de 2006, se le otorgó a Perelmán la Medalla Fields por «sus contribuciones a la geometría y sus ideas revolucionarias en la estructura analítica y geométrica del flujo de Ricci». La Medalla Fields es considerada el mayor honor que puede recibir un matemático. Sin embargo, él declinó tanto el premio como asistir al Congreso Internacional de Matemáticos. El presidente de la Unión Matemática Internacional, se dirigió a Perelmán para persuadirlo de que aceptara el premio. Después de 10 horas de persuasión durante dos días, se rindió. Dos semanas más tarde, Perelmán resumió la conversación así: Él me propuso tres alternativas: acepta y ven; acepta y no vengas, y te enviaremos la medalla luego; tercero, no aceptes ni vengas. Desde el principio le dije que había escogido la tercera. Siguió diciendo que el premio era completamente irrelevante para mí. Todo el mundo entiende que, si la demostración es correcta, entonces no se necesita ningún otro reconocimiento.
El 18 de marzo de 2010, el Instituto de Matemáticas Clay anunció que Perelmán cumplió con los criterios para recibir el primer premio de los problemas del milenio de un millón de dólares por la resolución de la conjetura de Poincaré. Tras rechazar dicho premio, declaró: No quiero estar en exposición como un animal en el zoológico. No soy un héroe de las matemáticas. Ni siquiera soy tan exitoso. Por eso no quiero que todo el mundo me esté mirando.
Tras estos golpes que la comunidad matemática le profirió (la entrega de
premios), Perelman, uno de los mejores matemáticos que han existido,
abandonó tanto su trabajo en
el Instituto Steklov como las matemáticas en su totalidad. El medio estadounidense The
New Yorker consiguió entrevistarle en el
año 2006. En esa entrevista, Perelman afirmaba su descontento
con los estándares éticos
del campo de las matemáticas. En concreto, como
se especifica en el reportaje, parece que uno de sus principales problemas fue
que otro ganador de la medalla Fields, el matemático chino (ahora estadounidense) Shing-Tung Yau, menospreció de forma
intencionada a Perelman para aumentar el valor del trabajo de colegas suyos.
No puedo decir que esté furioso. Hay personas que hacen cosas peores. Claro está, hay matemáticos que son más o menos honestos, pero casi todos ellos son conformistas. Toleran a los que no son honestos. No es la gente que rompe los estándares éticos y morales a los que se considera raros, sino a las personas como yo que estamos aisladas, dijo Perelman.
Luego dejó de hablar con los medios, anunció que dejaba su profesión y se
retiró para vivir con su madre en un modesto apartamento,
del que dicen que sólo sale a comprar víveres y de vez en cuando asiste a la
ópera y a conciertos de música clásica.
Perelman, a su pesar, se convirtió en un icono. Aunque abandonó la vida pública, pasó a ser una celebridad underground en San Petersburgo, con pseudo-paparazzis acosándole y robándole fotos, hasta que su pista se enfrió.
Posteriormente, reapareció con su característica imagen en el metro de San Petersburgo. Por supuesto, su legión de fans (con los que no desea tener el más mínimo contacto) se hizo eco de su reaparición. Un auténtico mártir (metafórico) de las ciencias puras. Actualmente, está retirado de las matemáticas. Las últimas noticias que se tenían de él era una foto suya tomada el 20 de junio de 2007 en el metro de San Petersburgo.
En abril de 2011 concedió una entrevista y en septiembre, se supo que el matemático se negó a aceptar la oferta de convertirse en miembro de la Academia de Ciencias Rusa. Sin embargo, en abril de 2011 concedió una entrevista.
Una de las mejores mentes del siglo XXI
acabó tan descontento
por la falta de brújula moral de su campo que renunció a todo lo que había conseguido. Es, en muchos sentidos, el último científico 'puro'
Perelman admitió que quizás el problema más difícil de resolver, en sus años de juventud, fue calcular la velocidad con la que
Jesucristo tendría que haber caminado sobre la superficie
del agua para no hundirse.
La figura de Perelmán ha inspirado distintas obras literarias, como la novela La conjetura de Perelmán (2011) de Juan Soto Ivars.
CON MOTIVO DE LA SEMANA SANTA VOLVEMOS EN 15 DÍAS.
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