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miércoles, 26 de febrero de 2025

A. Grothendieck, un genio matemático y una vida fascinante

 

Alexander Grothendieck (1928-2014) el más importante matemático del siglo XX.

Para empezar, la vida de este gran matemático incluye una novela apasionante. Su padre, Sacha Shapiro, era un judío anarquista que participó en la revolución rusa antes de emigrar a Alemania, donde conoció a la periodista Hanka Grothendieck. Fue aquí donde nacería Alexandre, en 1928. Cinco años después, con el ascenso de Hitler, la familia se instala en Francia. Ya en el 1936 pasan a España, donde su padre  volverá a tomar las armas en defensa de la República. Cuando concluye la guerra sus padres se encuentran con el pequeño Alexandre en Nimes, pero por poco tiempo. Sacha es atrapado por los nazis y éstos lo envían a Auschwitz, donde morirá en 1942. Alexander sigue a su madre hasta el “asilo” de Rieucros. El asilo es un campo de concentración. Entre las alambradas a los once años, descubre por sí mismo la relación entre el diámetro de un círculo y su circunferencia y comienza su gusto por las matemáticas.


 Llega la paz, Alexander continúa sus estudios sin brillar demasiado, pero al ingresar en la facultad de Matemáticas de Montpellier, deslumbra a sus profesores por su facilidad para resolver ecuaciones complejas. Lo envían a París para que lo examinen los Cartan, padre e hijo, reconocidos matemáticos de la escuela francesa. Le proponen catorce problemas sin solución aparente. En apenas unos meses, resuelve los catorce y redacta el equivalente a seis tesis doctorales.

Tras enunciar la K-Teoría, demostró el teorema Riemann-Grothendieck, lo que le depararía fama mundial. Todas las grandes instituciones científicas se lo disputan. Pero hay un problema. Grothendieck es apátrida, se blinda tras su pasaporte Nansen y se niega a adoptar la nacionalidad francesa. Solo lo hace cuando le garantizan que no será alistado. Finalmente acepta ingresar en el IHES (Institut des Hautes Etudes Scientifiques).  Y sin embargo, al saber que el IHES ha recibido una subvención del ministerio de Defensa, dimite. 

Funda entonces la Escuela de Ecología Radical, se erige en portavoz del grupo Survivre: Luchamos por la supervivencia de la especie humana, amenazada por la utilización indiscriminada de la ciencia y la tecnología, así como por mecanismos sociales en nada diferentes a los principios que rigen la industria armamentística.

Grothendieck se ha convertido en un peligroso activista. No obstante, en 1971 su prestigio sigue intacto. Le invitan como profesor asociado en el Collège de France. Su lección inaugural resulta explosiva y un gran escándalo Ciencia y Tecnología en la crisis evolucionista actual. ¿Debemos continuar la investigación científica?

Poco después le conceden el premio Crafoord, que recompensa las disciplinas que no se incluyen en los premios Nobel. Grothendieck rechaza los 250.000 dólares del premio, alegando que  la superabundancia de unos no se puede cimentar a costa de la pobreza de todos los demás, aceptar este premio sería transigir con un mundo científico que considero gravemente enfermo y condenado a desaparecer por su ceguera intelectual y espiritual .

Es el tiempo en que redacta una autobiografía caótica, mil páginas escritas a la manera de un razonamiento matemático Cosechas y Siembras, a la que seguirá un segundo texto  La llave de los sueños , éste ya abiertamente místico Sin la intervención de Dios, que me habla a través de los sueños no sé cómo hubiera acabado todo esto.

¿Se refería a las matemáticas o a su propia vida? Nadie lo sabe. Para entonces, 1991, ya había decidido desaparecer en un pueblecito francés del departamento del Ariège, llamado Laserre.

Grothendieck vivirá en reclusión absoluta durante 23 años hasta que, en septiembre de 2014, semanas antes de fallecer, acepta una visita de sus hijos. Perdido entre sus plantas y sus alambiques, les mostró las cuarenta cajas de manuscritos que guardaba en su desván. En esas cajas se encuentran sus elucubraciones sobre la Estructura de la Psique se cotejan con decenas de millares de ecuaciones indescifrables que él calificaba como mis garabatos.

Pero así como un tesoro puede ocultar otro, había más. Cuando Grothendieck abandonó Montpellier quemó todos sus documentos personales y telefoneó a uno de sus discípulos, Jean Malgoire en estos términos: Si no vienes a retirar las sobras de mi burdel matemático, arderá con todo lo demás. Cuando Malgoire llegó a Laserre, descubrió un segundo archivo que sumaba a los 20.000 folios del primero 40.000 más.

 Grothendieck no había dejado de escribir a su manera compulsiva. Montañas de páginas en formato A3, escritas por las dos caras, todas recogidas en una monumental tabla de materias. Primero Los Motivos, luego Las Derivadas, luego los Dibujos Infantiles… Aquello recordaba los mundos de Alicia a través del espejo, no en vano obra de otro matemático genial como Lewis Carroll, pero sin ninguna Oruga Azul que pudiera resolver los acertijos del Conejo Blanco.

Malgoire pensó que Grothendieck le entregaba su herencia intelectual para honra y en honor de la ciencia. Su intención era justamente la contraria: reclamaba su ayuda para destruirla, persuadido de que sus ecuaciones harían avanzar la ciencia para lo mejor o para lo peor y seguro que será lo peor.

Sin embargo,  Malgoire decidió rendir este tesoro a la universidad de Montpellier. Pero la comunidad matemática apenas levantó una ceja. Grothendieck les había atacado más que violentamente y hoy sus dos tesoros se cubren de polvo en un almacén de la Biblioteque National de France, a la espera de un nuevo Grothendieck capaz de descifrar esas arcanas formulaciones que podrían comportar para las matemáticas algo semejante a lo que aportó Einstein a la física.

Alexandre Grothendieck una vez que decidió cortar todos los puentes con el mundo y al poco de que se retirara, cuando todos esperaban un descubrimiento sensacional, publicó un anuncio por palabras en un diario local: Profesor universitario retirado busca aguardiente del país para hacer licor de peras.

En una de sus últimas cartas se lee La gente huye del dolor; es decir, huye del conocimiento, pues no hay conocimiento del alma exento de dolor. Tal vez sea esta la clave del misterio: Grothendieck no estaba dispuesto a vender la suya al diablo. El hombre que intentó desentrañar los misterios del universo, descubrió que sus hallazgos podrían conducir a funestas aplicaciones científicas y eligió la mística natural. En su casa de Laserre aún se preservan unas cuantas botellas polvorientas de ese licor de peras donde podría destilarse una ecuación, quizá apocalíptica, pero sumamente agradable al paladar.

PARA LOS MÁS CURIOSOS

Que necesitan datos más precisos, incluimos estos enlaces:

Alexander Grothendieck, la fascinante vida de un genio matemático - Revista Ciencias

La obra de Alexander Grothendieck (1928-2014) - La Ciencia de la Mula Francis

 

Alexander Grothendieck - Wikipedia, la enciclopedia libre

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