Hay mucha
literatura tanto divulgativa como científica sobre si los animales saben
contar. Por ejemplo, en la literatura divulgativa se dice que los cuervos son
muy inteligentes incluso son capaces de reconocerse a sí
mismos ante un espejo. Pueden además recuperar comida a la que se accede
mediante un artilugio como tirar de una
cuerda, desenganchar un alambre o cosas así.
Se cuenta que un cuervo anidó en una torre y
el propietario de la misma intentó deshacerse de él. Intentó entrar a por él
pero siempre se le escapaba. El cuervo esperaba siempre fuera hasta que lo veía
salir. Así, ocurrió varias veces hasta que el hombre decidió ir acompañado.
Pasado un rato, uno de los dos, salía pero el cuervo esperaba siempre hasta que
salieran los dos. La prueba se repitió hasta con cinco personas y solo en este
caso, cuando salieron los cuatro y uno quedó dentro, el cuervo volvió a la
torre. Así pues, el cuervo distinguía entre dos, tres y cuatro pero no llegaba
a cinco.
En el campo científico Andrea
Nieder, afirma que es la primera vez que se encuentran neuronas numéricas
en el cerebro de un animal no primate”(ver artículo que se reseña al final). Es decir, que
las habilidades aritméticas de estas aves tienen una base neuronal muy similar
a la nuestra a pesar de que el cerebro de las aves es muy diferente al de los
mamíferos. El biólogo aclara que esto no quiere decir que un cuervo pueda contar hasta diez, pero sí estimar
cantidades de forma aproximada con bastante precisión.
Para Nieder
estas semejanzas resultan sorprendentes: tanto
las aves como los primates han adoptado, de forma independiente y diferente,
mecanismos neuronales similares para interpretar las cantidades. Esto implica
que los principios numéricos están profundamente enraizados en nuestra biología.
De todas formas
ha habido siempre mucha literatura y picardía en esto de contar de los
animales. Es decir, que no es todo oro
lo que reluce.
En 1891 un
profesor de escuela alemán jubilado, Wilhelm von Osten, se puso a enseñarle
matemáticas a su caballo Hans. Respondiendo mediante patadas al suelo, el
corcel comenzó con sumas y restas básicas y luego aprendió operaciones cada vez
más complicadas, incluyendo multiplicaciones y divisiones, restas de dos
dígitos e inclusive fracciones.
Su fama se fue
extendiendo por Europa, donde multitudes asistían en masa para verlo.
Finalmente, el consejo de Educación alemán decidió investigar el caso creando
la comisión Hans, encabezada por un psicólogo, Oskar Pfungst.
En pruebas repetidas se reflejó algo sospechoso: la persona que hacía la pregunta al caballo tenía que saber la respuesta. Pfungst terminó demostrando que Hans respondía a pistas no verbales que le proporcionaba su interrogador. Pero eso no impidió que éste siguiera recorriendo Europa con su caballo... Puede que el caballo Hans fuera muy inteligente. Pero contar, lo que se dice contar, no contaba.
PARA LOS MÁS CURIOSOS
Helen M. Ditz and Andreas Nieder . Neurons selective to the number of visual items in the corvid songbird endbrain. PNAS June 23, 2015 112 (25) 7827-7832; first published June 8, 2015; https://doi.org/10.1073/pnas.1504245112
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